domingo, 16 de diciembre de 2012


NOVIEMBRE 18 DE 2013

Por Jaime Londoño

Juegos con palabras

Hoy sí que hizo frío, menos mal que había fuego: desde la arena mojada subían las voces de los niños que construían un castillo de arena. Bajo sus manos crecían las edificaciones, los caminos, los seres imaginarios que habitan esas comarcas enemigas de la lluvia. Me senté frente a Paola y Daniela, un poco absorto en la mecánica que tienen los niños para disfrutar al máximo con las cosas efímeras. Y tienen razón, lo que permanece oxida el pensamiento. El grito de una madre espantada porque su hijo hacía cosas sabias con el barro me hizo retornar a la poesía. Así que le pregunté a Daniela por sus poemas. Nos leyó dos que a mi juicio marcan un nuevo rumbo en su experiencia creativa. Entonces le recordé que este miércoles 21 de noviembre tiene programada una lectura en el bar Hojas al viento que está ubicado sobre el Park Way en Bogotá. Los dos poemas los pueden ver más abajo.

Paola nos compartió un bosquejo que está haciendo sobre el poema XV del poeta malgache Jean Joseph Rabearivelo. Le hicimos algunas recomendaciones para que siguiera profundizando en su trabajo de crítica literaria. Luego nos leyó un escrito mediante juego que ustedes juzgarán cuál fue la razón por la que lo escogimos para que apareciera en esta crónica. Quizá desde antes ya estaban los niños de las arenas dictándole los versos, o quizá los niños que jugaban a nuestro lado los estaba inventando paola en ese instante. Quien sabe, los universos se comunican de una forma extraña.

Lina, una abogada que llevaba algún tiempo buscando nuestra escuela, llegó justo en el momento en que íbamos a iniciar el ejercicio. Así que le entregué la hoja en la que aparece el poema de Rabearivelo. Como si los niños nos hubieran contagiado de su sabiduría, del ejercicio que propuse a partir del poeta malgache resultaron dos trabajos interesantes que pueden leer a continuación.

Del taller salimos a buscar pintores conocidos para habitar uno de sus cuadros durante la semana. ¿Qué cuadro y qué pintor habré escogido? Se los dejo a su imaginación. Quienes me conocen saben hacia donde me conducen los cauces de mi mente.

De Jean Joseph Rabearivelo, del libro Traduit de la Nuit.

XVI

Innumerables manos herrumbrosas
-olas, sombras, humaredas-
escardan y acodan
una zarza
invadida de yerbas agigantadas
de las que tan sólo surgen pájaros ciegos.

¿Qué pueden recolectar, estando ya tan cansadas?
¿Qué habrá entre sus dedos de viento?
Algunas bayas blandas y negras a fuerza de enrojecer
se han convertido ya en múltiples setas
a orillas de ese río sin piraguas
para embarcar todas esas cestas de frutos nocturnos.


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