jueves, 27 de diciembre de 2012



Día de Sol, 16 de diciembre del 2012

Acudimos Nicole, Germán y Yo impuntuales a nuestra cita con las causalidades y casualidades de la vida para rescatarnos una vez más.   Desde su lugar en el suelo y las sillas de enfrente, nos acogieron  miradas cálidas, algunas curiosas y otras compasivas de los poetas en un saludo que irrumpió con el desarrollo del taller, en una tarde incoherente con el cielo encapotado entre un ambiente húmedo, caliente y denso; la luz de la tarde se filtraba poco a poco ofreciendo tonos nacarados sobre el suelo, el ruido circundante que otrora fuera encantado sonido, me hizo pensar en lo terrible de la monotonía y la sensación de desaliento me distrajo por un momento, entonces cambiando el panorama, acontecieron las letras de Estela, José Luis, Germán, Nicole, Daniela, y Yo;  Mónica aportó de su experiencia las hebras de las que los artesanos de la palabra se sirven para sus labores, circunstancias de vida, en una escucha atenta que probaba sobreponerse al ruido que puebla el parque en domingo, nos acompañaban Jaime Federico, Mafe, David y Ricardo, todos íbamos juntando inquietudes, dudas, deudas de vida y cotidianos que en la compañía se vuelven novedad y Estela tuvo la bondad de recordarnos los compromisos de participar en el taller.

La motivación que nos ofrece Federico es un bellísimo texto de Jaques Rabemananjara, autor Malgache nacido en 1913, quién empleó como materia de sus escritos las vivencias en la cárcel como preso político, Lira de siete cuerdas, un canto a la paz cuyas analogías puntualizan lo que para su ser era verdaderamente importante lejano de lo material, cercano a lo divinamente humano; nos sirve de punto de partida para el ejercicio práctico del taller en el que por parejas debemos acudir con los visitantes del parque y decirles “Estamos disparando sonrisas de ilusión”, seguidamente “disparar” y recoger sus reacciones como complemento para gestar la poesía escrita producción de este domingo cuyo atraso se va diluyendo en una prematura ida, y voy pensando como pesa el tiempo en el corazón cuando le hacemos la venia.

Otra vez dialogamos y entre los aportes nos sensibilizó la presencia del hijo pequeño de Mafe, Marco,  con su desbordante energía, el no tuvo que hacer el esfuerzo que nosotros para ganarse un espacio de atención, un asomo de cordialidad, no, el con el solo argumento de su inocencia y perseverancia en su propuesta de juego, recabó compañías agradables con sus mismos argumentos y la de padres y abuelos  acuciosos, regalándose vida cumpliendo su tarea.

Casi inadvertida acudió la noche, recogimos entonces nuestros trozos de experiencia agradeciendo la compañía y nos citamos para un próximo encuentro jugando al amigo secreto para un compartir que resuma las vivencias desarrolladas durante el año y abastecernos de nuevas expectativas a mitad de semana, extrañamos a Paola,  nos abrazaron los buenos deseos y dejamos nuestra plaza hasta el nuevo encuentro.

 

Borenia

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