Día de Sol, 16 de
diciembre del 2012
Acudimos Nicole, Germán y Yo impuntuales a nuestra cita con las
causalidades y casualidades de la vida para rescatarnos una vez más. Desde su lugar en el suelo y las sillas de
enfrente, nos acogieron miradas cálidas,
algunas curiosas y otras compasivas de los poetas en un saludo que irrumpió con
el desarrollo del taller, en una tarde incoherente con el cielo encapotado
entre un ambiente húmedo, caliente y denso; la luz de la tarde se filtraba poco
a poco ofreciendo tonos nacarados sobre el suelo, el ruido circundante que
otrora fuera encantado sonido, me hizo pensar en lo terrible de la monotonía y
la sensación de desaliento me distrajo por un momento, entonces cambiando el
panorama, acontecieron las letras de Estela, José Luis, Germán, Nicole, Daniela,
y Yo; Mónica aportó de su experiencia las
hebras de las que los artesanos de la palabra se sirven para sus labores, circunstancias
de vida, en una escucha atenta que probaba sobreponerse al ruido que puebla el
parque en domingo, nos acompañaban Jaime Federico, Mafe, David y Ricardo, todos
íbamos juntando inquietudes, dudas, deudas de vida y cotidianos que en la
compañía se vuelven novedad y Estela tuvo la bondad de recordarnos los
compromisos de participar en el taller.
La motivación que nos ofrece Federico es un bellísimo texto de Jaques
Rabemananjara, autor Malgache nacido en 1913, quién empleó como materia de sus
escritos las vivencias en la cárcel como preso político, Lira de siete cuerdas,
un canto a la paz cuyas analogías puntualizan lo que para su ser era
verdaderamente importante lejano de lo material, cercano a lo divinamente
humano; nos sirve de punto de partida para el ejercicio práctico del taller en
el que por parejas debemos acudir con los visitantes del parque y decirles
“Estamos disparando sonrisas de ilusión”, seguidamente “disparar” y recoger sus
reacciones como complemento para gestar la poesía escrita producción de este
domingo cuyo atraso se va diluyendo en una prematura ida, y voy pensando como
pesa el tiempo en el corazón cuando le hacemos la venia.
Otra vez dialogamos y entre los aportes nos sensibilizó la presencia del
hijo pequeño de Mafe, Marco, con su
desbordante energía, el no tuvo que hacer el esfuerzo que nosotros para ganarse
un espacio de atención, un asomo de cordialidad, no, el con el solo argumento
de su inocencia y perseverancia en su propuesta de juego, recabó compañías
agradables con sus mismos argumentos y la de padres y abuelos acuciosos, regalándose vida cumpliendo su
tarea.
Casi inadvertida acudió la noche, recogimos entonces nuestros trozos de
experiencia agradeciendo la compañía y nos citamos para un próximo encuentro jugando
al amigo secreto para un compartir que resuma las vivencias desarrolladas
durante el año y abastecernos de nuevas expectativas a mitad de semana,
extrañamos a Paola, nos abrazaron los
buenos deseos y dejamos nuestra plaza hasta el nuevo encuentro.
Borenia
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