sábado, 29 de diciembre de 2012


Diciembre 23 de 2012

Fue un domingo de  frío , en el que acudimos al encuentro con la poesía  Federico, José Luís, Daniela, Paola y yo, todos con la certeza de que el mundo seguiría dando vueltas y nosotros en él con el abrigo de la eterna poesía a nuestro alcance,  no obstante la espera de su final para el pasado 21.

José Luís nos sorprendió con el poema “Cofre solitario” que se transcribe a continuación:

Guardas sin remedio las historias

Que en las noches no te dejan soñar

El duende del recuerdo te atrapa

Sonríe, crees que te acaricia

Pero es tan solo la melancolía

Que golpea tu corazón herido.

Viajas en las nebulosas hasta el amanecer

Te miras en el arroyo  y preguntas

¿Qué Pasó?


Federico nos recordó a Henry Holguín, el reportero que se inventó la leyenda de “La Machaca” con este singular poema:

La machaca

Al reportero Henry Holguín

Por despertar la fiebre del sexo.


Todas son prepago,
En secreto cantan la melodía que endurece,
La sirénida canción que temen los marinos,
Y al no haber nadie que se ate al mástil,
El navío navega a la deriva
En pos de esa bruma que alegra.
Amantes de ojos falsos que enternecen,
No necesitan jeringa para inocular,
Con su cabeza de cacahuate
Y su vieja manía de tañer el tambor sobre los troncos
Atrapan el fuego de quienes sueñan ese aroma.


Después nos propuso como ejercicio salir  a preguntarle a la gente qué hubieran hecho si se hubiera acabado el mundo, leyendo antes la segunda parte del poema del poeta de Madagascar Jacques Rabemananjare que se transcribe.  

Lira de siete cuerdas
Tú me seguirás, pálida hermana,
¡Elegida antes del alba del mundo!
¡Novia anterior a la nada!
¡Única razón de la creación! ¡Fuerza de mi destino!
Tú vendrás.
Vanos serán los gritos de tu sangre, el orgullo de tu raza que gruñe.
Tú me seguirás.
¡Marcha de amor! ¡Vuelo de paloma!
¡Oh, frescura de primera mañana!
Tus hermanos de se volvieron sordos,
Insensibles hasta el olor de la pólvora,
A los furores de los relámpagos.
Más duro
Que el granito los corazones ebrios de carnicería y muerte.
La dulzura de tu mensaje, hermana mía,
Ha conmovido solamente las filas multimilenarias
De las estrellas,
Conmovido solamente mi alma primitiva,
espejo y solo doble de tu muerte.
Ellos nada comprendieron
En el tumulto de la masacre, en la conflagración de los incendios.
La locura galopó relinchante,
De las entrañas del abismo a la desgarrada cumbre del espacio del cielo.
De los cuatro puntos del horizonte, sin embargo,
Se elevan
Los sonidos de las trompetas y las curvas de tus altas melodías
¡Oh, paz!
¡Hija de la tierra dolorosa!
Imagen de la amada y miel de primavera en las azules orillas del Assussiel.
Segundo fragmento del poema que aparece en el libro Lyre à sept cordes
¡Qué importa el estallido del asfalto y del desnudo mármol!
¡Fábulas de vuestras ciudades sonoras!
Más rápido que el relámpago y los aleteos de tus pestañas se derrumban gloria y palacios.
De la llama,
De la arena
Todo es presa: nada hay aquí que las llamas del tiempo no deshonren.
La guadaña
Marca sin remisión
El rostro del héroe y la espalda de los fugitivos
¡Los riñones del príncipe y de los lacayos!
¡Llora tus hijos, Europa! ¡Llora!
Las más raras flores del suelo, la sal y las primicias de la vida
Caen..
Planean.
Sobre las rojas llanuras los cuervos de la noche, vigilantes de tumbas.
¡Truena el huracán!
¿Dónde pues la plenitud del verano?
¿El éxtasis de la estación encantada?
¡La alegría exaltada de la primavera, el baile de media noche bajo el fasto de las antorchas?
¿Dónde pues la plenitud del verano?
¡De pie, pálida hermana, de pie!
De lo alto de la cima de los continentes, sobre la única Eminencia,
Di el salmo de los adioses,
¡Di los versículos de la aventura!
¡Lírico-sea tu Canto de Partida!


 Todos salimos a cumplir con el ejercicio propuesto,  con la curiosidad que inspiraba  conocer  estas respuestas atrapadas  entre redes de indiferencia, broma y temor.

Unos piensan que el fin llega solo cuando acaba el amor y nosotros pensamos que mientras haya poesía el mundo seguirá vivo.

Con estos pensamientos recreamos nuestros poemas y luego entre oleadas de viento  frío nos despedimos  hasta la cita del próximo domingo.


María Stella Higuera

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