Diciembre 23 de 2012
Fue un domingo de frío
, en el que acudimos al encuentro con la poesía
Federico, José Luís, Daniela, Paola y yo, todos con la certeza de que el
mundo seguiría dando vueltas y nosotros en él con el abrigo de la eterna poesía
a nuestro alcance, no obstante la espera
de su final para el pasado 21.
José Luís nos sorprendió con el poema “Cofre solitario” que se transcribe a continuación:
Que en las noches no te dejan soñar
El duende del recuerdo te atrapa
Sonríe, crees que te acaricia
Pero es tan solo la melancolía
Que golpea tu corazón herido.
Viajas en las nebulosas hasta el amanecer
Te miras en el arroyo
y preguntas
¿Qué Pasó?
Federico nos recordó a Henry Holguín, el reportero que se
inventó la leyenda de “La Machaca” con este singular poema:
La machaca
Al reportero Henry Holguín
Por despertar la fiebre del sexo.
Todas son prepago,
En secreto cantan la melodía que endurece,
La sirénida canción que temen los marinos,
Y al no haber nadie que se ate al mástil,
El navío navega a la deriva
En pos de esa bruma que alegra.
Amantes de ojos falsos que enternecen,
No necesitan jeringa para inocular,
Con su cabeza de cacahuate
Y su vieja manía de tañer el tambor sobre los troncos
Atrapan el fuego de quienes sueñan ese aroma.
Después nos propuso como ejercicio salir a preguntarle a la gente qué hubieran hecho
si se hubiera acabado el mundo, leyendo antes la segunda parte del poema del
poeta de Madagascar Jacques Rabemananjare que se transcribe.
Lira de siete cuerdas
Tú me seguirás, pálida hermana,
¡Elegida antes del alba del mundo!
¡Novia anterior a la nada!
¡Única razón de la creación! ¡Fuerza de mi destino!
Tú vendrás.
Vanos serán los gritos de tu sangre, el orgullo de tu raza
que gruñe.
Tú me seguirás.
¡Marcha de amor! ¡Vuelo de paloma!
¡Oh, frescura de primera mañana!
Tus hermanos de se volvieron sordos,
Insensibles hasta el olor de la pólvora,
A los furores de los relámpagos.
Más duro
Que el granito los corazones ebrios de carnicería y muerte.
La dulzura de tu mensaje, hermana mía,
Ha conmovido solamente las filas multimilenarias
De las estrellas,
Conmovido solamente mi alma primitiva,
espejo y solo doble de tu muerte.
Ellos nada comprendieron
En el tumulto de la masacre, en la conflagración de los
incendios.
La locura galopó relinchante,
De las entrañas del abismo a la desgarrada cumbre del
espacio del cielo.
De los cuatro puntos del horizonte, sin embargo,
Se elevan
Los sonidos de las trompetas y las curvas de tus altas
melodías
¡Oh, paz!
¡Hija de la tierra dolorosa!
Imagen de la amada y miel de primavera en las azules orillas
del Assussiel.
Segundo fragmento del poema que aparece en el libro Lyre à
sept cordes
¡Qué importa el estallido del asfalto y del desnudo mármol!
¡Fábulas de vuestras ciudades sonoras!
Más rápido que el relámpago y los aleteos de tus pestañas se
derrumban gloria y palacios.
De la llama,
De la arena
Todo es presa: nada hay aquí que las llamas del tiempo no
deshonren.
La guadaña
Marca sin remisión
El rostro del héroe y la espalda de los fugitivos
¡Los riñones del príncipe y de los lacayos!
¡Llora tus hijos, Europa! ¡Llora!
Las más raras flores del suelo, la sal y las primicias de la
vida
Caen..
Planean.
Sobre las rojas llanuras los cuervos de la noche, vigilantes
de tumbas.
¡Truena el huracán!
¿Dónde pues la plenitud del verano?
¿El éxtasis de la estación encantada?
¡La alegría exaltada de la primavera, el baile de media
noche bajo el fasto de las antorchas?
¿Dónde pues la plenitud del verano?
¡De pie, pálida hermana, de pie!
De lo alto de la cima de los continentes, sobre la única
Eminencia,
Di el salmo de los adioses,
¡Di los versículos de la aventura!
¡Lírico-sea tu Canto de Partida!
Todos salimos a
cumplir con el ejercicio propuesto, con
la curiosidad que inspiraba conocer estas respuestas atrapadas entre redes de indiferencia, broma y temor.
Unos piensan que el fin llega solo cuando acaba el amor y
nosotros pensamos que mientras haya poesía el mundo seguirá vivo.
Con estos pensamientos recreamos nuestros poemas y luego
entre oleadas de viento frío nos
despedimos hasta la cita del próximo
domingo.
María Stella Higuera