CRÓNICA DEL DOMINGO 21 DE OCTUBRE
Como un presagio llega la tarde
cargada de lumbre, sube por las calles hacia el parque. Los maromeros le hacen
el quite al frío mientras la señora que canta boleros le da un toque lastimero
a las ramas secas, hace que parezcan más tristes. Hay anuncio de lluvia, otras
aves bajan de los tejados para comer las migas que dejan los niños a su paso.
Al lado de la arena que entona
juegos pasados hacemos el círculo para prender la palabra. Estela Higuera nos trae
el poema que escribió la semana pasada a raíz del ejercicio que propuse. El
poema marca un nuevo ritmo con los ajustes que se le hicieron y presenta el
tono evocativo de alguien que ha pasado por una experiencia distinta. También
nos leyó un poema sobre el eco de unas chanclas en el que el tiempo de dos
espacios distantes se conjugan con la voz del eco. Hechos los desplumes de
rigor, pasamos al poema de Paola, quien nuevamente nos presentó imágenes
asombrosas mostrando cómo trabajar lo simple para engrandecerlo en el poema. Al
poema de José Luis le dijimos que estaba escrito con precisión en un estilo
clásico. Disfrutando de la palabra la lluvia se hizo presente, por lo que nos
tuvimos que mudar a una tienda para estudiar un ensayo sobre Silva que escribiera
el poeta colombiano Fernando Charry Lara. Comentamos, sobre los primeros
párrafos que no daba luces sobre la poesía sino que hablaba de la vida del
poeta. Con las aromáticas pasamos a estudiar el poema Tres aves del poeta malgache Jean Joseph Rabearivelo, en el que usé
para explicar cómo se usa la técnica de Punto de vista de autor para
desentrañar el sentido. Solo trabajamos las dos primeras estrofas a manera de
ejemplo para que durante la semana cada uno realizara un estudio más profundo.
Con el poema en las manos se fueron a los mercados de pulgas aledaños para
realizar el ejercicio de sensibilidad que propuse. Como la lluvia amenaza de
nuevo, termina otro domingo sin un café pero con la dicha de haber disfrutado
la poesía.
A continuación podrán ver el
poema de Rabearivelo y los que escogimos de los participantes.
Las tres aves
De hierro el ave, la de acero
habiendo lacerado las nubes de la aurora
y ansiado estrellas más allá del día
desciende arrepentida
a la artificial guarida.
De carne el ave, la de plumas,
que labra un túnel en el viento
por llegar hasta la luna vista en sueño
entre espesuras,
cae, cuando cae la tarde,
al laberinto de follaje.
Y esa otra inmaterial, esa,
que al guardián del cráneo hechiza
con su canto balbuciente,
alas resonantes abre luego
y por hacerse eterna nuevamente
a pacificar va los espacios.
Jean
Joseph Rabearivelo, del libro Traducido de la noche.
Lágrimas de cartón
Las calles se elevan
en un tiempo oscuro.
Se deshojan
en el arroyo del sol.
Se encuentran
con el desierto sin nombre.
Se vuelven trazos de vidrio,
luna sin voz.
Se vuelven fuente,
danza de vino viajero.
Paola Castaño
Oruga
Silencio son los rostros que penden a la orilla de tu
nombre. Silencio es cada uno de tus nombres que has portado victoriosa.
Silencio es el oro, el mármol, el bronce de la cripta y el orgullo que tejen
tus pasos cuando sueñas. Silencio son las manos de tu viento cuando dice sonido
entre las ramas. Silencio el vuelo de tus pasos que tejen luz en la memoria.
Silencio tu lenguaje que vibra entre las hierbas y dice baile, mano, flor de
alas en el canto. Silencio es también esta brisa que se posa y sonríe desde el
fondo.
Jaime Londoño
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