sábado, 18 de octubre de 2014

Crónica de Agosto 31 de 2014

Solo el viento traía el secreto del humo mientras la tarde se perlaba con los sonidos que siempre tañe el parque central de Usaquén al sentir que los pasos del poema se acercan a los árboles. Sabor de alas tenían las ramas que vuelan bajo el sol que siempre se tambalea. Pasadas las tres y media con Mónica, Estelita, Blanquita, Paola, Ena, Michelle y William el círculo se cerró.
Michel Y Ena se presentaron y hablaron de sus peripecias por otros talleres. Al finalizar cada una leyó dos poemas. Se realizó el desplume con lo que se retenía en la memoria. Quedaron sorprendidas de que se pudieran corregir textos oralmente. Como era la primera vez que venían al parque, les expliqué que una de las técnicas que utilizo es afinar el oído crítico para poder captar el sentido de los poemas en todo su conjunto. También se leyeron poemas de Mónica Triana y del maestro de Taiji, Qinxung Liu.

De Mónica Triana
La muerte
La muerte me habla,
me desarma, me despierta,
sus ladridos son sonidos de alerta,
escucho con miedo
sin miedo mi propio pensamiento.
Lo vigilo, lo cuido
hasta la siguiente marea.
La muerte,
el dolor más fuerte,
el que necesitaba para entenderme.
Muerte.
Ante esta puerta me reconozco,
aquí perdí mi piel y una manera de ser.
El espíritu me consoló,
la vida recomenzó.
Cada día es una suerte,
detrás de la oscuridad
lo que significa el amanecer.

Del Maestro Liu

La muerte

Eres poder,
conectas una vida con la otra en un instante.
Eres compasión,
conviertes sufrimiento en gozo,
la gente te recuerda con temor y rechazo.
Pero para mí eres mi amante y amada.
Te abrazo y te beso.
No me abandones,
solo de ti puedo oír el sagrado himno de vida.

De Ena
EN VANO

Insistir ahora es fácil.
Insistir en habitar la penumbra
Insistir en desarropar la espera
Insistir en seducir la indiferencia.

Insistir como un trompo en la uña del tiempo.

De no ser por el abandono
que se instaló en la puerta,
no urgiría tanta insensatez.

Como preámbulo al ejercicio de sensibilidad, Estelita recordó la historia de Lot y de Sara. Errantes derviches giraron bajo los brazos que se tendieron, llevándose el centro del secreto hacia la palabra. Sobre el césped, que siempre se torna marmita, se les pidió a los talleristas que con los dedos hicieran una estatua con el viento, a partir del poema “Parábola de las estatuas de sal” escrito por Juan Manuel Roca. A continución los poemas que se escogieron por la calidad de las imágenes, por la sencillez y el tono con que se construyeron.

                                      Abril, 2017 Cuanto tiempo.. largas tardes se han ido, esos árboles seguirán ahí? Recuerdo la músi...