lunes, 31 de enero de 2011

Lo del domingo atrasado

Ayer 30 de enero, el taller de domingo atrasado comenzó a las 3:30 de la tarde con un cielo opaco que amenazaba con lluvia la cual no llegó nunca.  Estuvieron en el taller 7 poetas, se revisó lo que habían escrito algunos de ellos durante la semana.  Federico leyó un artículo escrito por un poeta muy respetable, del cual no recuerdo el nombre, que decía algo así: ¨Quien más que un poeta sabe de sintaxis¨.  De lo cual todos nos reímos en una sola carcajada  y continuaba el artículo diciendo ¨los medios de comunicación no usan dicho premio de la lengua y que lo único que hacen es saltarse la sintaxis para vender¨. Se hizo un análisis de lo anterior a lo cual todos tuvimos diferentes puntos de vista.  Algunos decían que no era cierto que los medios obviaran la sintaxis y otros como yo vimos en ese artículo un medio de catarsis propia, pues ¨si yo soy poeta, y solo alguien como yo sabe usar bien la sintaxis, entonces es un elogio para mí y por supuesto para mis compañeros poetas¨.
Posteriormente en el taller se hizo el ejercicio de preguntarle a los transeúntes por el parque ¿Cómo hago para sacar el poema que hay en mí? Para lo cual nos dieron muchas respuestas como ¨ve a la playa¨, inspírate, tomate algo, realmente creo que han querido decirnos fúmate algo pero les daría vergüenza.  Con toda esa información procedimos a inspirarnos, yo por mi parte, me senté al lado de una parejita que estaba fumando hierva alargando mi nariz para alcanzar algo de su inspiración, a lo cual ellos me miraron y se levantaron de mi lado mirándome con ojos que me decían ¨entrometida¨. 
El resultado de toda esa inspiración fueron unos bellos versos de cada uno de los participantes en el taller, el cual terminó casi a las seis.

MaFe Sarmiento

sábado, 29 de enero de 2011

Primer Taller del 2011

En medio de la música
De nuevo las gaitas y los tambores festejaban el inicio de la tarde a la espera de una moneda para sobrevivir la semana. Nuevos y antiguos visitantes del parque se aglomeraban en torno a la banda que no cesaba de animar. En el atrio los cuenteros oficiaban en tonos más altos para contrarrestar el bullerengue. Entretanto, en uno de los prados que los perros han dejado sin tocar me senté a esperar a los talleristas. Cuando ya estuvimos reunidos le pedí a cada uno que leyera alguno de sus escritos durante la semana. Sólo Daniela y Cecilia trajeron textos en los que se podía descubrir los bellos tintes de lo poético. Al finalizar los comentarios, les compartí Por qué tenemos que llevar siempre del poeta sueco Karl Vennberg, nacido en Estocolmo en 1910 y que pertenece a la generación de los años 40. A partir de ese poema, que se trascribe en este blog, les propuse el siguiente ejercicio: Van a decirle a la gente voy de viaje hacia el interior mío, ¿qué me sugieren que lleve? Las respuestas a la preguntas fueron tan sorprendentes que motivaron la escritura. Lo que me llevó a pensar que hay dos clases de vías que conducen a la sensibilidad: la intelectual suscitada por las lecturas ociosas de diferentes libros, y la física que es la adquirida a través de la experiencia cotidiana. Y reafirmo lo anterior con lo que dijo Eliot: Las revoluciones poéticas se hacen con la experiencia cotidiana.  De los resultados obtenidos recuerdo mucho el de Mafe, una niña de doce años que nos acompaña, siempre que la policía no retire a su madre del puesto de artesanías que tiene en el andén. Pronto adjuntaré a esta crónica los poemas que fueron escogidos como los mejores de la sesión.
Federico Cóndor



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